jueves, 14 de mayo de 2009

Yby Ya´u - Cerro Cora

Al bajar de la camioneta ya nos estaban esperando los niños perdidos de Yby Ya´u. En promedio eran 9 jovencitos de entre 10/12 años de edad, que haciendose los grandes, enseguida bajaron la guardia cuando terminamos dandoles de comer en la boca. Despues de varios dias, nos encontramos un ciber en donde nos pusimos al dia con algunas noticias sin poder lograr mucho mas que eso. Con los chicos, intercambiamos historias del campo y la ciudad, ellos nos contaron de sus animales autoctonos y curiosearon sobre nuestros animales importados, que para nuestra sorpresa, no poddian entender lo que significaba la palabra zoológico. Pero nosotros logramos sorprenderlos también, cuando le preguntaron a Chris que edad tenia, y al responderle le preguntaron porque no era viejo. Nosotros también nos lo preguntamos.
Se acercaba el atardecer y debiamos encontrar un lugar para pasar la noche. El capitán del ejercito Homero nos ofrecio hospedaje en su destacamento a 20 km de alli, lo que tomamos como una opción aceptable a pesar de la bizarra circunstancia ya que nos acercaba un poco mas a nuestro destino en Cerro Cora. Igualmente insistimos con un poco de dedo y al fin y al cabo cuando le preguntamos al del omnibus cuanto nos salia llegar hasta alla, decidimos desembolsar la excesiva suma de $10 argentinos para acercarnos los 50 km que nos separaban de nuestro preciado destino, con la expectativa de encontrar un poblado donde pasar la noche. El camino a cerro Corá nos deleita con una tormenta electrica y nos recibe con una excelente noche, un verde indescriptible y un poblado inexistente. El mayor vestigio de civilizacion era un cartel que nos daba la bienvenida al Parque Nacional Cerro Corá.

Nos adentramos unos metros y la oscuridad nos inundó. Una imprudente prudencia nos obligo a acampar a escasos metros de la entrada, tan imprudente que luego descubrimos que nuestra carpa se posó en el camino obligado de un Yaguareté. Armamos la mansión, preparamos la cena y cuando nos deleitabamos con la increible noche que ibamos a pasar una camioneta apareció desde denntro del Parque. Dos hombres nos diijeron que allí no se podía acampar. Alfredo, el guardaparques, nos ordenó levantar todo y que en 15 minutos volverian y nos llevarían al Parque. Preguntaron si necesitabamos alguna provisión y emprendieron la partida. Esperando no encontrar nada o un camping, veinte minutos después nos encontramos en el que sería nuestro hogar por una semana. Lo llamamos Dharma, y a pesar de estar sin luz por un rayo que habia caido la noche anterior, el lugar era mas que un paraiso para nosotros. Contaba con una casa con habitaciones, camas, colchones, cocina, baño con agua caliente, lujos de los que nos habiamos desacostumbrado. Esa noche charlamos con el Ingeniero Jorge Baez quien nos contó de la ONG en la que trabajaba y nos adelanto que en la mañana vendria un doctor que nos podria introducir en el tema indigena.
La mañana arrancó con el intento de prender un fuego para poder desayunar. Mientras Tony luchaba, un señor se acercó y mientras solucionaba el problema del fuego facilmente, nos comento que era médico indigenísta y que ese día realizaría una capacitación en algunas comunidades. Sin más preámbulos nos invitó a acompañarlo, y sin dudarlo demasiado decidimos hacerlo.Tomamos nuestras camaras, algunas minimas provisiones y apagando el fuego nos subimos detras de la camioneta del doc.
Hicimos algunos kilómetros y llegamos a una comunidad indigena llamada paí tavyterá. Era muy distinto de la idea de comunidad que teniamos en nuestro imaginario. Nuestro contacto con las tribus fue en la plaza uruguaya, en el centro de asunción muy lejos de sus lugares de origen y pasando reales penurias. Esto era la antítesis. Amplias extensiones de tierra, plantaciones, ganado, escuelas y estructuras comunes para reuniones comunitarias. La gente estaba reunida esperando al doctor, el cual no les era ajeno. Pudimos advertir que varias señoras hasta se pusieron atuendos dignos de la ocasión.

Tuvimos la oportunidad de filmar algunas escenas y charlar varias horas con el doc Hugo Medina, un profesional con gran tradición indigenista, logro transmitirnos y despertar un incipiente interes por el tema indigena que se proponía en ponerse en nuestro camino de manera inexorable.
Mientras el doc siguio con la capacitación a la comunidad paí tavyterá, sobre primeros auxilios, aprovechamos y acompañados por un guía fuimos hasta un arroyo para darnos un baño.
El arroyo tenia un puente caido. Por lo que pudimos comunicarnos con nuestro guia nativo que nos acompaño amablemente por todo el camino y nos indico donde era mejor bañarnos, captamos mas o menos esto:”Camion, sal, 15000 kilos, muerto”.
Las imagenes completaban el cuadro.

Esto no impidió que nos dieramos el segundo baño en un arroyo en estas tierras.
El agua seguia siendo cristalina y muy limpia. Lo emotivo del momento era que estabamos dentro de una comunidad y el acceso a este arroyo no esta en las guias de turismo, por asi decirlo.
Luego de una hora de infantiles juegos acuáticos emprendimos nuevamente el camino hacia el lugar donde se encontraban Jorge y Hugo quienes nos esperaban con el almuerzo. La comida era pescado que había traido Hugo y que fue exquisitamente cocinado por una familia indigena. Uno de los peces era piraña y los otros no recordamos. Tony se conformo con unas exquisitas e infaltables mandiocas, que son la base de la dieta en todo el territorio paraguayo que pudimos recorrer.
Por la tarde continuamos la recorrida por otros lados para seguir con el curso de primeros auxilios. Este lugar era otro barrio dentro de la misma comunidad pero sin conocer nada del idioma se pudia notar que tenian algunos conflictos mas importantes que resolver.
Estuvimos un par de horas e improvisamos algunas formas de comunicación, mas que nada con los chicos quienes siempre son los que mas logran abrirse sea cual sea la comunidad. Escuchamos una historia muy interesante, de una aparente nena de 9 años quien su madre habia fallecido en el parto del ultimo de sus hermanos y entonces la vida la convirtio en niña madre.
El excelente y enriquecedor termino como empezó. Con una cena en Cerro Corá. El doc nos deleito con otro exquisito plato, carpincho, y con una charla igual de exquisita. Para este entonces decir hospitalidad paraguaya es en extremo redundante, solamente alcanza decir Paraguay y nosotros ya entenderemos el resto.
Nos fuimos a dormir con la promesa de otro dia igual potencial, pero habria mas sorpresas.

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