viernes, 19 de junio de 2009

Gruta de Sorata

El altiplano nos ha curtido ya en el arte del caminar (por lo menos a mi), en superficies y subidas estrepitosas y ya cotidianas, por lo que decidimos hacer el recorrido turístico a la Gruta de San Pedro que obliga una caminata de dos horas y media a tres, dependiendo de las variables habituales que maneje cada grupo.
Luego de la primera noche de lluvia que pasamos acá, el camino por la ruta resulta mas tentador que por el río, donde puede haber mas barro y dificultades. Cuanta mentira. Sin apresurarnos demasiado, encaramos viaje hacia arriba sin pensar demasiado en como seria la travesía.
El paisaje vale todo el esfuerzo sin lugar a dudas. Ya al comienzo, podemos ver nuestra casa desde la otra montaña y se ve bien bonita en verdad. Unos metros mas y se ve Sorata completa, con los nevados de fondo y el verde por delante. Alejados de nuestro pueblo, decidimos que cada parada es mirador (¿Es que todo Bolivia es un mirador?), excusa perfecta para descansar, fumar, tomar fernecito, disfrutar de la belleza exquisita que nos ofrece la vista y así los grandes deportistas llegan a tranco lento pero todavía respiran.
Pasamos algunas embarradas entretenidas, vemos como el río cada vez parece mas un hilo, las camionetas pasan por delante y el dedo se tienta a frenarlas pero… no! Caminemos che, movamos las cachas. Y así entre barro y precipicios empiezan a aparecer señalizaciones, un Km., quinientos, trescientos metros, una subidita más y ahí está, por tan solo quince bolivianos conozca la cueva que a más de 2500 m.s.n.m tiene en su interior una laguna. Tentador. Que este enrejado y señalizado al estilo Disney no es un impedimento luego de tres horas de caminata.
Bajamos. Un guía viene detrás, por delante un cordón de luces se acercan. Agachándonos apenas, la temperatura comienza a subir notoriamente, la humedad también. El aire es un poco denso pero las luces mal que mal permiten visualizar un paisaje al estilo Indiana Jones. Es una cueva, se escuchan los murciélagos locales aunque no se divisan a simple vista, unos metros mas adelante está la laguna. Wow, increíble, nunca había visto algo similar. Lo extraño es ver los botecitos a pedal en la orilla. Por alguna extraña razón coincidimos en usarlos. Ñoños como pocos, aunque por suerte estamos solos. Quizas porque nunca habia usado uno y esos estaban pintorescos. El agua es tan cristalina que se ve por debajo como sigue habiendo mas montaña, con Tony al timón, dimos una vuelta y regresamos.
Con poco aire y quizas poca emoción salimos de la gruta, me deja la sensación de haber estado en un lugar que vale la pena conocer, aunque seguramente era más excitante antes de tener botecitos, luces, rejas por fuera y además un precio.
El aire que queda debe alcanzar para el regreso que resulta arduo y agotador, pero por fin empezamos a ver a nuestra Sorata querida y por fin más adelante la casita de don Beto. Seis horas de caminata en total valieron la pena por cada montaña que disfrutamos, el perfume de los eucalyptus en el camino y el rio, compañero a la distancia de la travesía sorateña.

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